LA TAZA DE CHOCOLATE
Para hacer el chocolate no se habían olvidado las prescripciones de los sabios. El agua había hervido una vez cuando se le había echado la pastilla; y después de esto se le dejaba hervir otras dos, dejando que la pastilla se desbaratara suavemente. El molinillo no servia para desbaratar la respetable pastilla a porrazos, como lo hacen hoy innobles cocineras; no, en aquella época de oro el molinillo no servia si no para batir el chocolate después de una tercer hervida, y combinando científicamente sus generosas partículas, hacerle producir esa espuma que hacia vasos de oro y azul, y que ya no se ve si no de las casas de una que otra familia que se estima. Preparando así el chocolate el exhalan un perfume... un perfume...
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